El primer pueblecito que nos encontramos al emprender la marcha en la segunda etapa se llamaba Inzell. Era un pueblo muy tranquilo, sólo se oían los pájaros, las calles estaban desiertas y parecía un lugar casi mágico por su ubicación y sus preciosas casas engalanadas y repletas de flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario